El proyecto del vestido viajero: Olga

enero 27, 2021

Llevo postergando este post desde hace meses. Siempre pongo la excusa de que es por falta de tiempo, pero la realidad es que me cuesta publicar esta entrada porque con ella cierro un proyecto al que le tengo especial cariño: el proyecto del vestido viajero.

Este vestido blanco, que compré en el 2017 un poco al tuntún y ha pasado por las manos de un grupo de fotógrafas a las que aprecio y admiro por igual, simboliza muchas cosas para mí: mis inicios como fotógrafa, el no tener miedo de perseguir mis sueños, el crear comunidad y tantas otras cosas que hacen que hoy siento un punto de nostalgia. Al mismo tiempo, cuando veo cómo hemos evolucionado todas durante estos últimos tres años, se me dibuja una gran sonrisa en la cara y me digo que el vestido viajero va a ser un gran recuerdo para todas.

Cierro pues este viaje con las fotos del vestido de mi querida Olga Sola, que seguro que conocéis en Instagram como @cerrandoplano. No es la primera vez que Olga colabora conmigo en este blog y no podía faltar en este proyecto; es una gran fotógrafa y una querida amiga.

Así es cómo describe Olga su experiencia fotografiando el vestido:

Un vestido blanco, como un lienzo por empezar, … se me hizo un nudo en la garganta al recibirlo, no sabía muy bien cómo dar vida a aquello. Pese a su ligereza y movimiento, era extremado y a la vez demasiado sencillo; sin texturas, ni matices.

Sin embargo, fue precisamente ese lienzo en blanco lo que me obligó a buscar e idear. Recordé mis tiempos de niña, cuando me gustaba tanto bailar, me ponía vestidos con vuelo para poder girar sin parar, y ello me acabó llevando a Ada, la bailarina protagonista de esta sesión.

En pleno noviembre, el viento enmarañando el vestido, el mar golpeando las piedras y Ada bailando y meciéndose al compás, como si ambos entonaran una melodía para ella. Recordé la Oda al Mar de Pablo Neruda: “Aquí, en la isla, el mar y cuánto mar se sale de sí mismo a cada rato, dice que sí, que no, que no, que no, que no. (…) no puede estarse quieto, me llamo mar, repite pegando en una piedra, sin lograr convencerla”.

Vi apagarse el sol y con él acabó también la Oda.

Gracias, Marta, por permitirme participar en este proyecto, algo que me hizo vivir un momento único que, sin duda, no olvidaré jamás.

Y, como el sol que se apaga en la sesión de Olga, así acaba nuestro proyecto. Muchas gracias a Bea (@camparinagreen), Inés (@inesdedomingojuan), Mirin (@mirinclos), Mónica (@momarino), Carla (@carlamonge) y Olga (@cerrandoplano) por haberos unido a mis locuras y por haber retratado tan bien el vestido viajero.

 %Site Name-%Image Name
 %Site Name-%Image Name
 %Site Name-%Image Name
 %Site Name-%Image Name
 %Site Name-%Image Name
 %Site Name-%Image Name
 %Site Name-%Image Name
 %Site Name-%Image Name
 %Site Name-%Image Name
 %Site Name-%Image Name
 %Site Name-%Image Name
 %Site Name-%Image Name
 %Site Name-%Image Name
 %Site Name-%Image Name

COMPARTIR
COMENTARIOS
EXPAND

Qué fotos más poéticas! Muy bonitas.

ADD A COMMENT