Mi cocina toda blanca

Creo que hay poca gente tan lenta decorando como yo. Nos mudamos a esta casa un mes antes de que naciera Inés (mudanza embarazada de ocho meses, así, apurando…), hace más de cinco años, y solo tenía la impresión de tener medio acabadas la habitación de los niños y el recibidor.

Digo «tenía» porque con la entrada de hoy doy por finalizada la cocina y no os creáis que es cualquier cosa; la cocina es una de las principales razones por las que compramos la casa y tiene un gran valor simbólico porque fue una de las primeras cosas que colgué en Instagram (si vierais la calidad de esa foto a la que han seguido 1700 más…).

En realidad, había dos cosas que hacían que para mí no estuviera acabada: la pintura y las lámparas. La pintura me tenía agobiada desde que compramos la casa. Era lo único que no me gustaba en absoluto, que prácticamente todo estaba pintado con un amarillo crema horrible, pero en aquel momento, hace cinco años, me dije que no era una razón de peso para descartarla, porque las casas se vuelven a pintar y ya. Habrán tenido que pasar cinco años, pero al final pintamos y mi cocina es, como siempre había soñado, totalmente blanca.

Las lámparas eran el segundo tema pendiente. Había comprado unas por internet que ya no me gustaron al recibirlas, pero entre la pereza de devolverlas y las prisas por tener lámparas, las llevo sufriendo más tiempo de la cuenta. La verdad es que aquí en Suiza es muy difícil encontrar lámparas bonitas y modernas sin dejarse un ojo de la cara, pero hace un mes vi la luz (nunca mejor dicho) con una publicidad que me mostró Instagram (algo bueno tenía que tener). Era una nueva tienda de lámparas online suiza que tenía muy buena pinta, así que me salió del alma dejarles un comentario del tipo «Ya era hora que existiera algo así aquí».

A raíz de mi comentario, empecé a hablar por privado con Emilie, la joven emprendedora que está detrás de Ekkla y que se ha lanzado en esta aventura junto con su novio Julien. Siempre me fascinan las personas que se atreven a lanzarse en cuerpo y alma para hacer realidad sus sueños y Emilie es una de ellas. Hablamos de mi frustración con el tema lámparas, le conté que quería poner algo decente en el salón y en la cocina, y a los pocos días me mandó una foto de mi salón y otra de mi cocina con sus sugerencias. Me dejó boquiabierta porque me gustaba absolutamente todo y era la primera vez que alguien me ayudaba tanto en lo que respecta a la decoración.

Me gustaron tanto sus propuestas que acabé pidiendo lámparas tanto para la cocina como para el comedor (los precios son super razonables) y hoy os enseño cómo han quedado las de la cocina, que tienen un look industrial que contrasta con los muebles de madera. Siempre había soñado con una cocina toda blanca y no me atrevía a dar el paso. Ahora realmente siento que el lugar de la casa que más nos gustó al visitarla por primera vez está como tenía que estar. Espero que os guste cómo ha quedado. Eso sí, que quede claro una cosa: la cocina está así de recogida porque me apetecía hacer unas fotos bonitas. Ahí faltan tostadora, biberones, tesoros de Inés, etc. que se van acumulando sobre la encimara hasta que me vuelve a entrar la fiebre de la Mary Kondo.