Creo que las sesiones madre e hija son de las que más me mueven por dentro. Supongo que, por mi situación personal (de hija y de madre al mismo tiempo) y porque me llega al alma cada gesto, cada muestra de cariño y cada mirada de complicidad que logro atrapar con la cámara.
Dicen que las relaciones entre una madre y una hija no siempre son fáciles, pero nadie te conoce, nadie te puede llegar a entender y nadie está ahí para ti como lo hace una madre.
A Isabelle y a Angélique las conozco ya desde hace diez años, cuando Angélique era todavía una niña, y he sido testigo de la relación tan especial que tienen desde siempre. Fue un momento precioso el que pasé con ellas esa tarde en el bosque y estoy loca de contenta de que estén de acuerdo en que publique algunas de las fotos que les hice.
Era la primera vez que fotografiaba a una adolescente y lo más importante para mí era conseguir que se sintiera lo suficientemente cómoda como para olvidarse de la cámara y así yo poder captar instantes sinceros y verdadera emoción entre ambas. El resto lo tenía de mi lado: las dos son preciosas, el lugar era idílico y la luz, maravillosa.
Os dejo con las fotos y espero que os provoquen tantas sensaciones como me provocan a mí.