Siempre he sido sufridora y disfrutona por partes iguales. Cada vez tengo más claro que tengo todas las papeletas para ser diagnosticada como persona altamente sensible y eso, aunque tiene facetas difíciles de llevar, también hace que me emocione con las pequeñas cosas y viva todo con mucha intensidad. Estos días de semiconfinamiento que estamos viviendo en Suiza me confirman que no necesito gran cosa para ser feliz: paz interior, mi familia y la naturaleza. Cada paseo con mis hijos descubriendo los rincones de nuestra preciosa región son un regalo, me llenan el alma y me hacen feliz, la verdad. Soy consciente de que somos unos privilegiados de poder salir al menos de vez en cuando y de no exponernos demasiado cuando lo hacemos por vivir en el campo. Cada vez que lo hacemos, me acuerdo de todos los que vivís un confinamiento estricto, como mi familia, mis amigos y los que me leéis en España, en Italia o incluso en Argentina o Uruguay. Por eso me apetecía escribir este post para mandaros un pedacito de naturaleza suiza. Ya no queda nada para que podamos, por fin, abrazarnos y disfrutar todos de la primavera, pero hasta entonces, aquí van unas fotos de dos paseos que hemos dado estos días. Espero que os gusten y surta efecto el poder terapéutico de las flores.
Ropa de la marca suiza Lasticot.
